lunes, 10 de septiembre de 2012

EL LEGADO BOURNE (THE BOURNE LEGACY)

Tony Gilroy es básicamente un escritor de guiones. Ha participado como coescritor en importantes títulos como “The devil´s advocate”, “Armageddon” o “Proof of life”. Pero también ha dirigido y escrito, simultáneamente, “Michael Clayton” (George Clooney) y “Duplicity” (Julia Roberts). En las anteriores entregas de la buena saga de Bourne ha sido coescritor y en esta más reciente escribe y dirige. Un poco contrariando la ley de Zam, el que escribe y dirige tiene éxito seguro, se puede decir con algún atrevimiento que Gilroy es mejor guionista que director. El libro base de la presente película es de Eric Van Lustbader, escritor de novelas de “aeropuerto”, quien hizo ya siete (7) continuaciones de la historia de Jason Bourne, con permiso de los propietarios de derechos de su autor original, Robert Ludlum (“… Identity, …Supremacy y … Ultimatum”), fallecido hace una década. “El legado…” cumple el esfuerzo de mantener el alma de Ludlum, a costa de un presupuesto de US$200 millones. La inversión se nota a primera vista en el elenco con nombres como Jeremy Renner (Aarón), Rachel Weisz (Marta), Edward Norton (Eric Byer), Joan Allen, (Director Adjunto de Pamela Landy), David Strathairn (Noé Vosen, ex director de Operación Blackbriar), Albert Finney (Albert Hirsch, médico responsable de la creación de Treadstone), Scott Glenn (Ezra Kramer, Director de la CIA), Donna Murphy (Dita) y Stacy Keach (Mark Turso, USN).
No obstante, los papeles de Allen, Finney y Glenn son muy pasajeros. Si bien las tres anteriores entregas han costado en conjunto unos US$245 millones y agregado un margen bruto de 300%, del "...legado" debería proyectarse una taquilla mundial de US$800, que será quizá difícilmente alcanzada a pesar del gusto de sus seguidores. La saga puede continuar, indudablemente, pero ya alcanzará el punto de inflexión en su tendencia creciente. Las razones para que una buena saga y una buena película signifiquen el comienzo de un declive en cifras, aunque estas sean sustanciosas, podrían tener raíz en: 1) que el rol Bourne siga plenamente reemplazado por Aaron Cross/Kenneth Gidson, 2) que la hipótesis de cuerpos de espionaje compuestos por “soldados universales”, sature a los espectadores, 3) que la dirección de Doug Liman (“Identity”) y Paul Greengrass (“Supremacy” y “Ultimatum”), innovadoras en el género de acción, no encuentren parangón en Gilroy, 4) que la creatividad del nuevo novelista Van Lustbader tampoco equipare al genial Robert Ludlum. Aunque en este legado hay una herencia valiosa, no hay innovación de las técnicas fílmicas que distinguieron a las tres primeras entregas, el espectador no se sentirá frustrado con el vértigo de su ritmo.