martes, 24 de abril de 2007

Horror oculto, error a la vista

Por Alfonso Zamudio
El país lo sabe. Aunque, como Gaitán afirmaba hay un país político y otro nacional. El primero comete errores y el segundo no sabe, o no quiere saber de los horrores. Este último está muy ocupado ganando el pan diario y resolviendo sus problemas de pobre y clase media. El primero construye procesos, unos ofensivos para la defensa y otros defensivos para la retirada. Como afirma el reggaeton de moda "Lo que pasó, pasó...".
Hoy amanecemos leyendo cinco páginas del diario en las cuales se recrea lo que pareciera una novela de terror para los ciudadanos de las urbes medianas y grandes en Colombia. Uno de los problemas latentes a un proceso de paz, reconciliación, reparación y los demás "ciones" propuestos para efectuarlo, es el limbo político en que se encuentran los ciudadanos de las urbes ocupados en observar sus ciudades, disfrutar sus espacios públicos, utilizar sus "transmis, míos, tuyos y metros" y elegir alcaldes de convivencia, solidaridad y no indiferencia. En estos votantes primarios no existe la metafísica de la violencia, de la sangre derramada y de las paramilicias sino, a lo sumo, la parapolítica como tema de oficina, cena y tragos.
El destape del horror de la guerra resulta de mayor validez precisamente por la conciencia de la realidad que por los reales efectos que pueda tener como elemento de restauración y todo lo conexo hipotéticamente a ello. Hay que dejar a la vista el error cometido tantos años en el sentido de no ejercer la peyorativa participación democrática de que siempre se habla, pero que se ha dejado siempre a los demás . A ellos.

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