jueves, 1 de octubre de 2020
ECOCAPITALISMO CON FUNDAMENTOS BIOÉTICOS EN NEODERECHO: UN MODELO ECONÓMICO SOCIAL BASADO EN ACTIVIDADES DE SUSTITUCIÓN Y RESTITUCIÓN PARA SUSTENTABILIDAD AMBIENTAL
El Antropoceno, época actual de ruptura con la excepcional estabilidad climática del Holoceno, es un nuevo tiempo geológico caracterizado por los impactos sufridos por el planeta a causa de los daños ambientales debidos a la intervención humana. En medio siglo, los humanos han cambiado más rápida y extensamente los ecosistemas que en cualquier otro período de la historia permitiendo afirmar que la Tierra está en su sexta gran extinción.
Con tasas de pérdida de especies creciendo rápidamente para los ecosistemas terrestres y marinos, además del aumento del calentamiento global, la Gran Aceleración de producción y consumo comenzó junto con la pérdida de integridad de la biósfera causada por la adecuación agropecuaria de tierras, conjugando un gran deterioro ambiental con niveles de vida sin precedentes pero la éticamente inaceptable cifra de 708 millones de habitantes en la miseria y una concentración creciente de la riqueza y la desigualdad.
Esta antropía deja una huella ecológica en hectáreas globales de impacto de las actividades humanas sobre el medio natural. Una parte es la superficie necesaria para producir los recursos y otra la requerida para absorber sus impactos en términos de CO2.
Así, las perspectivas ecologistas, contrario a las ambientalistas, son más acordes a principios de recuperación y retribución a la naturaleza para una concepción bioética de la creación de bienes económicos. Pero hay grandes dificultades de tipo político que impiden la transformación de las actividades de explotación perjudiciales a los ecosistemas.
Un modelo ecocapitalista sustentable exige distinguir ambientalismo, que sustenta el modo de producción y consumismo desaforado, y ecologismo, hacia cambios de la orientación capitalista. Se requiere de un neoderecho de viabilidad legal a decisiones imposibles bajo la tradicional democracia formal, una bioética con principios de sustitución y retribución, con judicialización de neoderechos, no reconocibles por la democracia representativa.
jueves, 23 de julio de 2020
Hace dos años ... y ahora la pandemia !!!
¿QUÉ?
La crisis por pánico pandémico ha generado la correspondiente incertidumbre en el plano socioeconómico. Se han perdido puestos de trabajo, volúmenes de matrículas universitarias, pequeños y medianos negocios, proyectos nacientes que murieron jóvenes, indicadores financieros que crecían y muestran ahora su faz negativa.
Una primera impresión es que parecieran posibles todas y cada una de las teorías conspirativas que se han difundido.
La segunda impresión es que la peligrosidad del nuevo virus reside en su velocidad de infección mas no en su fatalidad.
En tercer término daría la impresión que hay un mainstream mediático que puede ser culpable de algo y no sabemos bien qué es.
En cuarto lugar, pareciera que se han evidenciado las mayores debilidades de un sensible y alocado capitalismo.
Un quinto elemento de este aprendizaje crítico es saber que la mayor parte de la población mundial vive de una diaria dinámica en los mercados de base. Pero, como suma de todo, quizá hemos de frustrarnos al final de lo que pasa pues no habremos aprendido la lección.
¿De qué desperdiciada lección de aprendizaje estaríamos hablando?
No habremos alcanzado la comprensión plena de la importancia de lo esencial, de lo fundamental del minimalismo en los hábitos de vida, de la necesaria disciplina presupuestal frente a los embates de la publicidad poco ética y muy interesada, de salir de la introspección ambiental y adentrarnos a la conciencia ecológica, de pasar de la impotencia del consumidor a la acción del ciudadano.
¿CÓMO?
La paranoia pandémica ha provocado un amplio examen de conciencia de los Estados acerca de la debilidad y defectos de los sistemas de salud. La paranoia pandémica no ha generado la debida inquietud sobre los mayores impactos mortales que anualmente produce la gripe (SARS, aviar, tipo A, común...), acerca de las muertes que la malaria continúa produciendo cada año o de que la fiebre amarilla prevalece en países tan pobres como los del África.
Es decir, la sociedad mundial no busca eliminar riesgos mortales de los cuales se sabe bien su sintomatología, se conoce su evolución y sus resultados en humanos sanos y personas con enfermedades crónicas. El mundo se ha preocupado por aplanar curvas y distanciar individuos solo por un desconocimiento de lo sobreviniente. Hoy se habla de un problema que se convirtió en debate político: abrir de nuevo las economías? confiar en la disciplina social?
Lo cierto es que de la pandemia 2020 se tienen resultados graves. Se ha destruído capital productivo en enormes proporciones. Se han perdido los avances en reducción de pobreza y miseria alcanzados con el aumento de población estratificable en clase media, revertiendo esta tendencia de mejora. Se ha visto afectado poco más del 80%, 2700 millones, de la población trabajadora mundial (unos 3300 de los 7700 millones a que hemos llegado). Se perderán 8,5 millones de empleos latinoamericanos por cierre de 2,7 millones de empresas en la región (según CEPAL) y de 436 millones de empresas a nivel mundial (de acuerdo con la OIT).
Todo lo anterior significa simplemente una mayor concentración de la riqueza, mercados menos libres y aumento del valor de los grandes emporios. Significa también la mayor concentración del poder político y los procesos democráticos con resultados menos progresistas, más retardatarios, tradicionalistas y regresivos frente a los relativos avances que se habían logrado en libertad, representación y participación dentro de procesos decisorios que han sido el único baluarte concreto del orden mundial vigente. En un momento político en el cual predominaban los ascensos de la derecha mundial en países europeos, norteamericanos, latinoamericanos y del lado oriental del planisferio, se ha producido un momento político favorable a su permanencia en el poder y, quizá no, a los populismos de reforma poco oportunos. Ya nadie podría inclinarse a experimentos e innovaciones de lo que resulta confiable, por ser ya bien conocido en sus grandes defectos y profundas debilidades. Una gran paradoja.
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