EN EL CINE
Las principales distribuidoras, Cineco, Cinemark o Procinal, continuarán su política comercial de adquisición de filmes económicos o de cintas taquilleras con trascendencia de estricto merchandising, manteniendo sus estándares de costos de equilibrio, pero con rentabilidad al alza. La asistencia del público a las salas mantendrá un carácter elitista y de mínima asistencia, oculto tras las “explosiones dominicales”.
Se mantendrá el desconocimiento de alrededor del 90% de la producción fílmica mundial. Continuará la alianza estratégica con las productoras principales estadounidenses en detrimento de la capacidad de fomento cultural que la producción europea y asiática podría representar para el colombiano común.
Al no existir un canal de distribución de películas de estreno en DVD, ni una importación oportuna a precios alcanzables, el mercado “pirata” mantendrá su presencia entre los sectores de estratos bajos de la población (aparte de un importante segmento de consumidores de alto perfil).
El impacto iconográfico del producto americano mantendrá oculta la importante dinámica cultural de los otros cuatro continentes, significando el mantener un analfabetismo funcional ya crónico y estructural para todos los sectores nacionales, a cuyas demandas las políticas culturales han hecho siempre caso omiso.
EN LA MEDIÁTICA
Los medios de información nacionales persistirán en la difusión de “noticias” del alto nivel político gobiernista, del jet set criollo, del comportamiento de la sociedad de los Estados Unidos y de la farándula americana.
Los medios colombianos insistirán en la información de denuncia acerca de algunos de los más notorios hechos de corrupción, a la espera de que un simple efecto demostración impacte con la disminución de los fenómenos de detrimento patrimonial de los colombianos.
Las preferencias en las denuncias mediáticas irán acompasadas a los intereses de los grandes grupos y proclives a las políticas del Ministerio de las TICs, así como de la Comisión Nacional de Televisión.
La televisión de canales privados mantendrá su carácter de entretenimiento masivo, apoyado por las pautas publicitarias de la media docena de grandes grupos económicos que mantienen propiedad accionaria en los mismos.
El país continuará sin conocer la realidad cotidiana de la sociedad europea, asiática, africana y de Oceanía, manteniendo una deficiente representación cultural de lo que son el 95% de los aconteceres globales.
En el contexto interno, el mayor caudal informativo seguirá siendo proveniente de la capital y del departamento de Antioquia, que si bien representa un tercio de la población y del mercado, significa que las demás regiones no participan y se encuentran parcialmente aisladas de los circuitos económico, cultural y político nacionales.
EN LA POLÍTICA
El Uribismo mantendrá su actividad proselitista en todas aquellas territorialidades en las cuales observó mayores caudales de popularidad durante el ciclo de consejos comunitarios efectuados en los últimos ocho años.
El discurso presidencial Santista seguirá manteniendo el aire de renovación, liberalismo y optimismo general alrededor del ansiado consenso de todas las fuerzas políticas, aunque sin mayores resultados concretos y diferenciados respecto al anterior gobierno.
El clima del conflicto interno seguirá signado por pequeños triunfos de las fuerzas armadas, numerosos actos violentos de la subversión y un escenario de violencia de las Bacrim, mezcla de paramilitarismo en contra de sectores no prosélites y de delincuencia común adscrita a las fuerzas internacionales del tráfico de personas, estupefacientes y armas, todo lo cual seguirá siendo mirado como un tema menor por sectores gobiernistas beneficiados por su actuar.
Se mantendrá un clima de espera a los supuestos resultados de la Reforma a la salud, la Ley para desmovilizados, la “Reforma tributaria”, la ley de Financiamiento y seguros para víctimas de terrorismo y la que otorga subsidios a damnificados.
Este mismo margen de incertidumbre se le concederá al Proyecto que defiende derechos de defensores de DD. HH., o a la Ley de protección de datos personales, o a aquella de Equidad de la Mujer, como también a la que prolonga subsidios de servicios públicos para estratos 1, 2 y 3. Los resultados de la Ley de Tierras o la Ley de desplazados se mantendrán en boca de todos los sectores sin conocerse nada que en la práctica demuestre su eficiencia sobre los cuatro millones de afectados o su eficacia en la contención de los efectos del conflicto interno.
EN LA ECONOMÍA
El país ha de poder mantener un clima de crecimiento estable gracias a las reinversiones en materia de obras de infraestructura con destino a la reparación de carreteras, puentes y demás obras civiles afectadas por el crudo invierno del segundo semestre del pasado año.
Las bonanzas mineras contribuirán pobremente a las arcas estatales con el bajo volumen de impuestos que generan y mantendrán su escaso aporte a la generación de empleo. Las empresas del sector minero continuarán incrementando el uso de capacidad instalada sin aumentar sus rubros de inversión y sin mejoramiento del nivel de tecnología con que cuentan, afectando de manera despiadada el medio ambiente biótico y abiótico de las regiones circundantes a sus excavaciones exportadoras. La exportación de minerales colombianos seguirá contribuyendo a mantener sectores económicos de privilegio y de manera negativa al impacto sin mitigaciones sobre el ecosistema mundial.
Los sectores de exportación cafetera, bananera, palmera y floricultora continuarán siendo afectados por la tendencia a la baja en el comportamiento de la tasa de cambio, permitiendo mantener, tras un lobbying político caracterizado por el clientelismo, las preferencias tributarias y los subsidios enmascarados de impulso económico como muestra del favoritismo por parte de funcionarios del ejecutivo siempre provenientes de estos mismos sectores.
Algunas de las grandes empresas colombianas continuarán ingresando al libre juego bursátil internacional, exportando capitales nacionales e importando parte de la crisis de sectores especulativos fundamentalmente con origen en los Estados Unidos, ocultando tras la búsqueda de beneficios financieros derivados de una supuesta aversión a los riesgos del alto mundo de las finanzas y a la avesada experiencia con la cual realmente no cuentan, un pobre servicio a los intereses nacionales y una ingenua posición importadora de contribución a la resarción de los daños sufridos por el irresponsable mundo de Wall Street.
El 80% de los colombianos seguirán dependiendo de ingresos promedio cercanos al salario mínimo vigente, demagógicamente incrementado por la Presidencia de la República en un inocuo porcentaje al comienzo de este año.
Los indicadores de desempleo continuarán presentando niveles regionales exacerbados y algunos relativamente bajos en ciudades importantes, permitiendo mantener el índice promedio en cifras cercanas al 10%.
El precio de la tasa de cambio ponderada anual se mantendrá en el límite del precio de finales de 2010, con lo cual el efecto en la práctica significará una dolarización de la economía en escala 1:2000 durante el transcurso del año, como un fenómeno esperado de las políticas de salvataje global implementadas por el capitalismo financiero en crisis.