jueves, 23 de septiembre de 2010

EL ÚLTIMO MAESTRO DEL AIRE (THE LAST AIRBENDER)

Mike Night Shyamalan, 40 años, de Pondicherry en India pero crecido en Pensilvania, tiene como leyenda 45 cortos caseros a los 17 años y haber deseado ser el Steven Spielberg de su futuro. Su producción fílmica es reconocida solo con base en el éxito de “Sexto sentido”, sin la cual pasaría por un director más:

1992 - Praying with Anger
1998 - Wide awake
1999 - El sexto sentido (The Sixth Sense)
2000 - El protegido (Unbreakable)
2002 - Señales (Signs)
2004 - La aldea (The village)
2006 - La dama en el agua (Lady in the Water)
2008 – El incidente o El fin de los tiempos (The Happening)
2010 – El ultimo maestro del aire (The Last Airbender)



Con base en la serie de Tv de Nicklodeon y con estilo “manga”, ojalá no se desperdicie presupuesto en continuar una saga de libros y capítulos en que se divide esta historia. La imitación desordenada de escenas tipo “cartoons” utilizando “strings” para los vuelos y saltos, aburre a niños y adultos.

Su cine es producido en el estado de Pennsylvania, sus historias no son propias sino guiones con subhistorias superpuestas (director cebolla). Una historia con cuatro elementos y siete chacras, que intenta hacer intertexto con míticos conceptos hinduístas, es quizá válida para TV y adormecer niños con tareas pendientes y padres laborando.

El declive de la producción de Shyamalan es un claro indicador de que no hay dominio del oficio sino artesanía, de que conoce las técnicas de dirección pero no hay creatividad, que es ambicioso pero no tiene talento intrínseco. No es tampoco un “autor”, pues sus productos son intentos de “suspense” barato. Ahora no convence ni al público infantil.

Tampoco amerita esperar que Shyamalan sea un ave fénix o un cisne bello entre los patos. No contiene elementos culturales indios y no pudo aportar a lo que debió haber sido la simbiosis globalizante del cine tipo “Bollywood/Hollywood”. Es posiblemente un esfuerzo perdido de la industria que sigue el rastro de quienes pagaron la boleta en “Sexto sentido” y fueron saliendo de la fila en cada una de las siguientes películas de este simple artesano que ha tenido el privilegio de arriesgar más de US$1.000 en productos que solo alcanzan su punto de equilibrio presupuestal.