martes, 7 de enero de 2014
LA GUERRA DE LOS BOTONES (LA NOUVELLE GUERRE DES BOUTONS)
Un siglo después de publicado el libro de Louis Pergaud que es su base argumental y cincuenta años de realizada la primera versión fílmica por Ives Robert (más recordado como actor que como director), Christophe Barratier dirige la que llama “la nueva” guerra de los botones, luego de haber sido más reconocido por su “Los coristas”, también de interés adolescente, donde aparecían caras reconocibles internacionalmente como Gérard Jugnot y Jacques Perrin. En este filme se reconoce a Guillaume Canet (el maestro; exesposo de Diane Kruger y esposo de Marion Cotillard, demostrando este talento, actor y director de ciertas películas recordables como “Ne le dis a personne”), e igualmente a la bella Laetitia Casta (Simone; modelo de Marianne, la alegoría de “libertad igualdad y fraternidad” entre 1999 y 2003, actriz en dos docenas de películas regulares). Aparece también el ya mencionado Gérard Jugnot como el padre de “El azteca”.
El libro tiene como escenario temporal los finales del siglo XIX como autobiografía y “Memoria de mis doce años”, que es su subtítulo, lleno de palabras soeces y de peleas callejeras entre infantes con referentes estratégicos y de batalla. Un poco reconocible Yann Samuell realiza el guión, actualizado y convertido en una simbiosis de juegos infantiles y de ficticia alusión a la resistencia a la invasión alemana en los años cuarenta, con algunos referentes a la persecución judía.
A pesar de su adaptación a una época más reciente y a los valores se inclusión “semita”, la película no atrae a los adolescentes y satisface poco a los mayores, aunque deja clara su autenticidad y mantiene lo espontáneo de su nostálgico autor. Ya los chicos no fabrican espadas de madera, las compran, ya no se conforman con simbolizar victorias individuales con los botones de la ropa del contrario, le hacen “bulliyng”, y nada les interesan las rebeldías políticas de los mayores. Hay un anacronismo romántico, un tanto antitaquillero en este remake, aunque muy dentro de esa ola infantil que ha sido clásica en el cine francés.