domingo, 13 de octubre de 2013
GRAVITY
Alfonso Cuarón es un director bien conocido, aunque más por su muestra de destrezas en la industria y por su futuro promisorio, ya frisa los 52, que por su corto currículo. El asunto prometedor radica en la financiación que recibe junto con Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu, sus amigos mexicanos, para un plan de producciones con Universal. Esto, después de haber dirigido “Hijos de los hombres” (Owen, Moore), Paris, je t'aime (segmento con Catalina Sandino y Miranda Richardson), el muy visible “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, la muy recordada “Y tu mamá también”, entre lo destacable por la memoria. En su historial hay curiosidades pero no genialidades. Lo que igual pasa con Sandra Bullock y con George Clooney, hay que reconocerlo. Pero, en “Gravity” Cuarón se innova con Imax en 3D, asesorado por astronautas de la NASA mostrando su carácter de artesano moderno. Bullock, por su parte, justifica con su esforzada actuación física e histriónica a lo largo del filme los pocos premios de nivel y la innumerable cantidad de nominaciones en postulaciones casi desconocidas, además de su no rara aparición en los de “peor” actriz como en los Razzies en cinco de sus películas. Bullock es “todo terreno”, algo carismática, pero no había probado ser actriz profunda y acá lo hace. Clooney, hay que decirlo, pone lo que tiene de renombre y simpatía personal en los pocos textos que le correspondieron.
Cuarón gasta bien sus US$120 millones para realizar en Londres las mejores Sci-scenes, pues esta no puede catalogarse como una película Sci-Fi, ya que muestra una realidad científica, no inventada sino argumentada. Comienza con el transbordador Shuttle, luego la reparación del telescopio Hubble, la estación rusa Soyuz y la estación china Tiangong, como escenarios sin gravedad, para finalizar en una escena que recuerda algo del fémur bumerang lanzado por un antropoide en “2001: a space odissey” o de la bota de Colón pisando tierra en “1492”. Cuarón utiliza técnicas “strings”, “blue screen” y “stop motion”, como principales métodos, aparte de algunos espacios NASA de práctica antigravedad. El filme se gana un muy raro 97% de satisfacción en Rotten Tomatoes, confirmando la afirmación publicada de que James Cameron estima esta producción como “la mejor película del espacio jamás filmada” y “Buzz” Aldrin como “memorable”.
La fotografía es de Emmanuel Lubezki, mexicano con tan enorme historial que hace descubrir la habilidad de Cuarón al escogerlo; la música original y perfecta para las incidencias del filme es de Steven Price, quien con 36 años tiene también una larga estela de producciones inimaginables en tan corto tiempo.
“Gravity” logra olvidar la ficción sin ser futurista, pues lo que revela es el pasado inmediato del real trabajo que, durante poco más de medio siglo, el portentoso sector aeronáutico mundial ha convertido en rutinas desconocidas, para todos los terrícolas que han pagado esa “carrera espacial”.