sábado, 12 de octubre de 2013
ELYSIUM
Los mundos extremos, de sociedades pobres y ricas, de comunidades prehistóricas y futuristas, de civilización en caos y ordenamientos autoritarios, llaman siempre la atención de los productores genéricamente denominados como Hollywoodenses.
Desde los “blade runners” de persecutores y perseguidos, de opresores a oprimidos, en escenarios del futuro, pasando por “the fifths elements”, a los “avatars” y los “ovlibions”, se llega al buen “District 9” del director y guionista Neil Blomkamp, quien estuvo bajo la sombra neozelandesa de Peter Jackson como productor de dicha película, con US$20 millones. Ahora, Blomkamp, bajo el amparo de presupuestos norteamericanos con US$120 millones, de la gran industria gringa (Sony), parece haberse visto obligado a oscurecer los mensajes sociológicos y darle brillo taquillero a “Elysium” con una convencional acción sajona de golpes, estruendos, balas y destrucción. En “District 9” las relaciones de alienígenas y ghettos sudafricanos (namibianos), era una metáfora bien interesante del apartheid. Hoy, en “Elysium”, al igual que en los míticos campos elíseos (cielo) del inframundo donde eran inmortales quienes, en contraposición a los que llegaban al tártaro, además no sufrían tormentos eternos, los más ricos del mundo, autodesterrados en una gran fortaleza espacial flotante, gozan de una vida libre de penurias y dolores. Cuentan con la tecnología médica, “Med-Pods”, que limpia los organismos librándolos de cualquier enfermedad, excepto algo de radiación, y la aplican solo a quienes tienen la ciudadanía.
Abajo, en una apocalíptica tierra, desolada, impactada negativamente en su medioambiente y poblada de pobres, no hay salud ni ciudadanía.
Es en estos dos anteriores conceptos que reside la buscada metáfora de Blomkamp, en un cuasisímil burdo de una de las principales preocupaciones de la era Obama. Pero, a Blomkamp su buena fábula de salud y ciudadanía se le empaña bajo la lluvia de tiros, puñetazos y sonidos de exoesqueletos mecánicos y ondas transmisoras mentales. Entonces, en un comparativo de las dos películas de Blompkamp se ve la diferencia entre idealismo artístico y compromiso financiero, que viene a ser la gran metáfora de la industria del cine mundial.