jueves, 15 de agosto de 2013
EL ANILLO DEL NIBELUNGO (DER RING DES NIBELUNGEN)
La nueva versión de “El anillo del nibelungo” en la ópera del MET de Nueva York, ha permitido llevar también a las salas de cine esta versión HD de la tetralogía, hecha en conmemoración de los 200 años del nacimiento de Richard Wagner. Con un presupuesto de US$16 millones, “El Oro del Rhin”, “La Walkyria”, “Sigfrido” y “El Ocaso de los Dioses”, llegan a las pantallas en una versión de alta definición, excelente sonido y límpida puesta en escena, que se consigue en Blu-ray, y en la cual destaca la innovadora escenografía. Ella es quizá lo más llamativo de esta versión para todo público, que fue exhibida en julio para Colombia, pues "la máquina", concebida por Lepage como parte fundamental del escenario, es una gran estructura móvil de 45 toneladas de peso y 24 planchas de aluminio a manera del teclado de un piano, que se transforma vertical y horizontalmente, que refleja proyecciones minimalistas de paisajes, mares, fuegos y bosques y es manejada electrónica y mecánicamente. Hombres vestidos de negro, para no aparecer en escena, manipulan cuerdas y pesos que movilizan este escenario futurista que da vida abstracta al “valhalla”, al trasfondo de las “ninfas acuáticas” o a los caballos de las semidiosas “valquirias”.
Richard Wagner escribió los textos y la música entre 1848 y 1874, de esta obra estrenada en Bayreuth en 1876, un drama de dioses, príncipe nibelungo, enanos oscuros y valkirias, que han tenido influencia en literatos como J.R.R. Tolkien ("El Señor de los anillos") y, a su vez, fueron influenciados por escritos primigenios como el "Beowulf". Este emblemático escenario del teatro Bayreuth fue construido en la ciudad del mismo nombre en Alemania, por el rey Luis II de Baviera, específicamente para la primera puesta en escena del “ciclo del anillo” y en honor al mismo Wagner quien residió allí hasta una año antes de su muerte en Venecia.
Las cuatro partes suman unas 15-16 horas según la dirección que de ella se haga. En esta ocasión el director musical es Fabio Luisi (a quien antecedió en su parte inicial James Levine) y la dirección en escena es de Robert Lepage (quien cuenta con unos 12 productos cinematográficos), quienes han sido los responsables de la nueva producción de la tetralogía basada en un poeta anónimo medieval escandinavo del siglo XII, de mitos celtas y germánicas, así como en los “Eddas” islandeses nórdicos y el “El cantar de los Nibelungos”, que se considera el mayor fruto wagneriano.
Esta producción del Metropolitan Opera House de la ópera monumental de Wagner, había sido emitida en febrero de 2013 y seguida en directo en cines de todo el mundo (Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, España, República Dominicana, México, Perú, Puerto Rico y Uruguay).
El elenco ha sido integrado por Katarina Dalayman (Brünnhilde), Wendy Bryn Harmer (Gutrune), Waltraud Meier (Waltraute), Stephen Gould (Siegfried), Iain Paterson (Gunther), Eric Owens (Alberich) y Hans-Peter König (Hagen), con variados cambios en las diversas entregas de cada una de las obras que componen el “ciclo”. Son las pocas oberturas y arias lo que da la magnificencia musical a esta trascendente obra pero, cabe reconocerlo sin vergüenza alguna ni temor a la mirada crítica de los expertos, que los recitativos quedaron para la posteridad pero excesivamente largos y reiterativos en sus sencillos contenidos (Wagner no era un literato ni un poeta, lo cual debe aceptarse), obligando a un alto porcentaje de sopor a cambio de ese mínimo, pero histórico, componente de grandeza musical.
Respecto a la parte actoral de la versión digital en exhibición, solo podría comentarse que Jay Hunter Morris, el Sigfrido, poco tiene de héroe y posa de muchacho grande y juguetón, lo cual podría disculparse si su rol es orientado por el director de esta manera y recordando la forma literaria en que eran vistos los héroes semidioses en la época clásica, que dependía de su comparación con los dioses, por su parecido en defectos y cualidades, que en este caso, más que valentía, es la capacidad de enfrentar su sino cruel (debe recordarse a teóricos como Vladimir Propp o Georg Lukács). Por otra parte, Deborah Voigt, Brunhilda, en esta versión, ha recorrido los respetables templos de la operática, interpretando oberturas y arias, donde se distingue, pero en los llamados recitativos, deja percibir deficiencias actorales pues su rostro no es plenamente dramático y no demuestra, dolor o valentía, reflejando siempre un rictus de niña mala que no va bien con la importancia de su personaje, quizá mal dirigido en cuanto a una posible traducción de ese papel como el de la simple hija rebelde de Wotan. Por lo demás, todos los cantantes actores y actrices, llenan de manera casi perfecta y suficiente sus espacios vocales sobre la misma orquesta y sus roles interpretativos dentro del argumento wagneriano, acompañados de los “leitmotivs” correspondientes a cada uno. Una ópera de grandeza (no puede dejar de comentarse la preferencia de Hitler por esta obra) en un documento digital para la posteridad.