martes, 26 de marzo de 2013
THE MASTER
Paul Thomas Anderson, el también director de “Magnolia”, “Boogie Nights” y “There will be blood” (“Petróleo sangriento”, que dio su segundo Oscar a Daniel Day-Lewis), hace un buen filme con Joaquin Phoenix (Freddie), Philip Seymour Hoffman (Lancaster Dodd) y Amy Adams (Peggy Dodd). El maestro es Hoffman, aunque Phoenix (“Gladiator”) se luce en un rol del tipo “skinny”, tal como hizo Christian Bale para “El maquinista”, Tom Hanks para “Náufrago”, Michael Fassbender para “Hunger”, Matthew McConaughey para “The Dallas Buyer's Club”, entre otros.
Del argumento dicen unos que trata de la Cienciología de Ron Hubbard, otros que de cualquiera de las tantas sectas, algunos que de lo que podría ser un remedo de los muchos apostolados del mundo contemporáneo. Hay de todo ello, pero más de la triste historia de los charlatanes que se dan en las iglesias, la política, el negocio de los conferencistas, entre otros ejemplos de “quien va inventando a medida que habla”, como dice en determinado momento Freddy a Lancaster. La actuación de Phoenix es buena, figurativiza bien a muchos individuos dependientes con los que se tropieza cualquiera a diario en el camino y demuestra una buena puesta de su cuerpo como herramienta al servicio de un rol. Pero su actuación aunque loable es algo rebuscada y notoriamente en caza de la atención de las academias. Desde que obtuvo el Globo de Oro por “Walk the line”, desea más y se nota.
El trasfondo de “The master” es doloroso, en cuanto frustra ver un reflejo de lo que se encuentra usualmente en las masas sedientas de orientación, liderazgo, conducción y paternalismo. Una masa mundial que se deja embobar por palabras huecas a todo nivel, en la academia, la empresa, la plaza pública, el intelectualismo, las mesas de café y las vueltas que da la vida. La magia de las palabras, por las palabras en sí y solamente por ellas sin contenido.