
Resulta curiosa, una de las tantas pequeñas pero constantes apariciones de Christopher Lee, el nonagenario Drácula de 1958 a 1974, cara y voz del terror de siempre, que está acá como representante de la vieja “Hammer Productions”. La “Hammer” a partir de 1935 fue dueña de las películas góticas, de las historias de vampiros y de las puestas en el cine de algunos cuentos de Edgar Allan Poe y produce este filme intrascendente.
Sustos previsibles, de sorpresa más que genialidad, acecho y las tradicionales escenas finales de “pelea por tu vida”, solo justificadas por los nombres de la bella y el anciano, que no se lucen.