A los niños gusta esta película, aunque su paradoja argumental va dirigida a mayores. De allí que se anuncia el filme como algo “después de lo cual las películas de superhéroes no seguirán siendo lo mismo”.
Exageran sin embargo. No basta con argumentar que el superhéroe bueno desea aislarse de su admirable vida de invencible al servicio de la ciudadanía, que el camarógrafo “don nadie” puede alcanzar superpoderes y ridiculizarse a sí mismo, que la periodista obnubilada por el superhéroe bueno termine enamorada del malo archienemigo (Megamind) y que este mismo se aburra y pierda interés como malvado al no tener un archihéroe a quien combatir. Por lo demás, “DreamWorks” muestra con esta producción su deseo de convertir imágenes animadas en muchos dólares, lo que Steven Spielberg deseó cuando vendió estos estudios de producción de películas vivas para quedarse con la marca y únicamente unos escritorios y pantallas de computador para dibujar estas pequeñas pero rentables figurillas que se mueven al arbitrio de los lápices electrónicos y de la exitosa 3D.
A dicho escenario del cine actual debe agregarse un comentario acerca de que las voces de los dibujitos son anunciadas bajo los grandes nombres de los actores y actrices que contribuyen a vender el poster, como lo hacen en este caso Will Ferrell, Tina Fey o Brad Pitt.