martes, 9 de noviembre de 2010
DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS (OF LOVE AND OTHER DEMONS)
Mejor Actriz de Reparto: Margarita Rosa de Francisco y Mejor Dirección de Arte: Juan Carlos Acevedo, en los premios Macondo 2010.
Otro de todos los hermosos libros de Gabo es llevado al cine, con un recorte inexplicable de la parte final en la cual, por torturas, la protagonista de 13 años, muere y, de lo cual luego, al exhumarse siglos después su cuerpo, se encuentra que de “Sierva María de Todos los Ángeles. Extendida en el suelo, la cabellera espléndida medía veintidós metros con once centímetros”.
De la directora costarricense Hilda Hidalgo, es su opera prima. Estelarizada por Eliza Triana (actualmente 16 años), hija del director colombiano Jorge Alí Triana y Sylvia Amaya, realizadora audiovisual. La película se produjo con un fideicomiso de Costa Rica y la participación de CMO, empresa colombiana, entre otros.
Una anotación acerca de la fotografía: las cámaras cometen un error de expresión: si los personajes corren y son seguidos por una de ellas, la otra no debe estar detenida pues se pierde el ritmo (escena de la plaza y la mordida). Si un enfoque mira de frente a los protagonistas, otra no debe mirarlos a la espalda conservando el mismo orden de ello con corte abrupto de la edición, pues los personajes “saltan” (escena de los amantes en la celda).
Acerca de la relación literatura-cine: será siempre de difícil puesta en escena un escrito valioso por su forma literaria, pues “los libros premiados no suelen ser adaptables para un buen film”, ley de Zam que suele cumplirse. Lograr que un filme haga honor al libro base, si este es rico en su expresión escrita, será imposible. Si lo que caracteriza a una novela en cuestión es simplemente el argumento, sí será algo posible un buen filme.
En el caso de Gabo, su literatura de calidad es de muy difícil traducción al lenguaje cinematográfico. Los directores que lo han hecho se apegan a “españolizar” la película, a enfatizar en la puesta en escena de época, en hacer más elegantes a los ricos y menos agraciados a los pobres, en exacerbar la lentitud del ritmo del relato, a llenar de brumas las escenas bajo velas de cera, a ilustrar con mariposas amarillas o velos levantiscos la escenografía, a adornar con sombrillas y carretas las calles, mostrando las construcciones como viejas olvidando que en su momento no lo fueron.
También es usual el tono desmesurado con que se hace superlativa la presencia de la Iglesia. La manera como la expresan las diversas versiones de directores y guionistas en el cine, no lo es tanto en las obras del nobel. Gabo es ecléctico, iconoclasta y parece no ciertamente muy creyente, pero nunca ha atacado con denuedo a la Iglesia en sus escritos.
Esta es una película con visos “pictóricos” que no llama buenas taquillas, que intenta ser cine purista, pero pleno de ciertos lugares comunes, en exceso ibéricos y poco nacionales. En otras películas sobre cuentos o novelas de GGM, cabe anotar, se ha errado en la concepción de Macondo, ese lugar mítico que de manera equívoca los diversos “filmakers” han hecho parecer más catalán que colombiano y ubicado demasiado alejado del Cesar, tendenciosamente cercano al Atlántico, pero lejos siempre del Magdalena, y estas pequeñas diferencias regionales son valiosas.
(Ver “Gabriel García Márquez y el Cine” en este blog).